A Fernando Román…
Después del golpe transcurren tres segundos de silencio. Aturdido y tratando de recuperarse, está Uno, en el umbral de madera. Al otro lado del umbral, Otro también aturdido y con taquicardia busca con la mirada de dónde provino el accidente.
Uno y Otro se miran. “¿Y este?”- se preguntan ambos en silencio. “¿Será posible que no viera que yo iba a cruzar primero?”- piensan… “Imbécil”- dicen. Uno intenta ir a la derecha, Otro también. Otro va a la izquierda, Uno lo sigue. Ambos pechos chocan sin cesar.
Finalmente, al mismo tiempo, en el mismo tono, con la misma voz, Uno y Otro trinan: “¡voy a pasar…!” Y agitan las necias alas idénticas.