domingo, 30 de marzo de 2008

Adiós a mi network, adiós....

Hoy desactivé mis cuentas de hi5 y facebook.
La inspiración, curiosamente provino de un desconocido “amigo del facebook” (gracias estimado extraño), quien amablemente me pasó este link:
http://www.imediaconnection.com/content/18693.asp
Aunque el artículo es mucho más cercano al marketing y la visión empresarial, definitivamente me motivó a dar el click final. No se si será definitivo o si mas adelante podría dar una segunda oportunidad.
Pero no quise seguir el ritmo y la dinámica de esas redes sociales.
Redes sociales…redes.
Como las que se usan para cazar. Para atrapar algo o a alguien.
Repito en mi cabeza la frase “redes sociales” y la imagen de una piara de atunes colgando fuera del agua, atrapada en las redes de un barco pesquero, se repite también. Imagino los atunes aplastados unos contra otros, coleteando, juntos pero sin hacerse compañía, sin siquiera mirarse, tratando de no ahogarse con aire.
Creo descabellado pensar que alguno de estos peces pudiera sentirse feliz y acompañado estando en una red.
Cuando la mosca ve a la araña acercarse, dudo que desee esa red y esa compañía.
En mi experiencia, el facebook y el hi5 me hicieron sentir pescada; completamente enredada en mensajes de actualización que saturaban mi cuenta de correo. Mensajes que eran breves y masivos, casi nunca personales aunque hablaban de intimidad:
¡Some one thinks’ you’re flirtable!!!,¡ You got a match!!!, ¡You have been superpoke!!!
¿Que alguien quiere salir conmigo?, ¿que soy 65% sexualmente compatible con mi primo?
Fulano X me envió una copa de champagne, en mi otra vida fui Juna de Arco y si fuera un dios sería Ganesh, sobreviviría el 50% del tiempo en una película de horror, si fuera un color sería rojo y si fuera una canción de los 80s sería in your eyes (aunque ni siquiera me guste esa canción). Según mi encuesta de ¿qué juguete serías? Yo habría sido ¿la Barbie ejecutiva? No sabía que eso existía.
Recuerdo que en un principio, cuando inicié con las cuentas de facebook y hi5, lo encontraba increíblemente divertido. Gracias a Hi5 localicé amigos antiguos a los que me dio gusto volver a saludar, porque el cariño que había existido en nuestra historia permanecía tibio y palpitante. A través de hi5 recibí un mensaje de mi nana Senorina (así se escribe y pronuncia su nombre SENORINA, de cariño yo le decía Seno).
Seno me arrulló y cuidó desde muy bebé, y aunque a veces yo era terrible con ella, me quería y yo a ella, por muchas razones. Seguía trabajando de nana y me reconoció en una foto del hi5.
Al principio todo parecía inofensivo y seguro.
Pero muy pronto el dark side del Facebook-hi5 comenzó a presentarse ante mí y supongo que de alguna manera siempre se nos presenta a todos.
¿Es el espíritu de querer saber? ¿O es la tendencia al chisme?
Yo prefiero pensar en “El pequeño Voyeur” que llevamos dentro
Por lo que sea, un día me di cuenta de que estaba mucho mas pendiente de otros perfiles y estaba olvidándome del mío, y no me refiero al que tenía publicado en la red, sino al mío real, al que dice en la vida de afuera quién y cómo soy.
Estoy segura de que cada persona es capaz de relacionarse con las cosas como el facebook, de diferentes formas. Conozco mucha gente que no es adicta al facebook ni al hi5, que no está al pendiente de la vida de los demás y que efectivamente puede usarlo como una herramienta social de intercambio y de contacto.
Pero yo no logré mantener la paciencia y por ello claudiqué, no soporté el bombardeo de mi intimidad, me exasperó que constantemente un ente innombrable se dedicara a decirme cómo soy, con quién debo de estar y qué me gusta.
Mucha información que circula en estos sitios es información que debería ser íntima, privada y sin embargo es expuesta y manejada como si fuera un catalogo de avón:
“You have a ¿what erotic toy would you be? request”, “Mr. M is flirting with some one very especial, find out who”, “¡Fulna Cómo is no longer single!!”…
De 30 mensajes diarios que llegaban, ninguno era realmente para mí.
“Saca una cuenta especial de correo para esos mensajes del facebook”- me sugirieron acertadamente, pero el problema, evidentemente, no es solo la saturación de la bandeja de entrada. También es una saturación de la cabeza, de las ideas y del corazón.
Si bien es cierto que uno logra encontrar gente maravillosa, amigos de la infancia remota, incluso a la nana de los más tiernos tiempos y si se tiene suerte, hasta ofertas de trabajo; la mayoría de las veces uno termina sobreexpuesto como una fotografía mal tomada o mal revelada, una imagen alterada y parcial, engañosa.
Según facebook, de toda mi red de amigos yo soy 95% más deseable que cualquiera, 78% más popular que cualquiera y mi composición es 70% sexy y 30% linda.
¿Qué significa eso? Nunca pude contestarme esta pregunta.
Llegaban decenas de mensajes que decían “some one very especial wishes to date you, but we can’t tell you who”.
¿very especial? ¿Según quién? ¿A caso hay un cuerpo de científicos, psicólogos, sociólogos y jueces de belleza con bata blanca en el facebook-data-lab, analizando la información de cada perfil y cada persona?
Bueno, es muy probable que si los haya, y de ser así, qué terror que toda la información de mi vida social esté en manos de un cuerpo de científicos y jueces de belleza de bata blanca quién sabe dónde.
Además, si esa persona que desea salir conmigo fuera tan especial, debería tener el valor mínimo necesario para pedirlo sin intermediarios.
Cientos de amigos “very especial” y sin embargo, me siento tan acompañada o tan sola como siempre, como antes.
Aunque constantemente mi “estatus social” incrementaba (me gané el título de play boy flirt girl, 2nd most hot people in my network y, como no, So fashionable), la gente que de hecho está conmigo, son los amigos de siempre, los de antes de la red. Aquellos que me besan y abrazan con el cuerpo, los que prefieren escuchar mi voz, verme a los ojos, caminar y discutir, acompañarme a buscar la mejor malteada de chocolate de la región; los que saben que brindar debe ser con vino y no con aire, y no necesitan compararme con nadie, ni les importa el porcentaje de popularidad que la web me otorga.
Ellos, que me permiten sostenerme y sostenerlos porque comprenden que las cosas reales, son y las virtuales…pues su nombre lo explica todo.
Esa es mi lista, la única lista que me importa actualizar y no necesito aplicaciones para recordar quiénes la componen porque los cuento con los dedos de una sola mano (bueno, tal vez con las dos manos). En resumen: mi compañía.
No quiero que los besos que me den sean electrónicos, me gusta sentir la saliva y la fricción de los labios que se encuentran. Un abrazo en mi computadora no calienta y las copas de champagne solo saben bien cuando las burbujas tocan mi lengua y con certeza sé que podría emborracharme hasta bailar con el perro y sin música.
Y ahora, que ya no tengo mis redes sociales, cuando no se que hacer, miro por la ventana cómo la gente pasa; y me siento 30% tranquila, 10% triste, 35%entera, 25% aterrada…y 100% viva.

jueves, 27 de marzo de 2008

La tempestad ha pasado…

es momento del arrullo.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Punto final

As I live and breathe
you have killed me, you have killed me
Yes, I walk around somehow
But you have killed me, you have killed me



Morrissey

invisible


Ella arquea lo más que puede la cintura recargada en la mesa mientras observa como él desempaca el contenido de una discreta caja de cartón. Sonríe y trata de acercar su muslo al muslo de él. Trae puesta solo la ropa interior y quiere hacer énfasis en su leve desnudez para él. Lo roza. Él continúa exaltado, sacando cables y plástico burbuja de la pequeña caja gris, no la mira.
Ella cambia de posición, ahora se coloca detrás y recarga su cabeza en él mientras lo abraza. Busca acercarle el cuello lo más posible, quiere que huela su perfume. Ella está usando perfume.
Él se levanta y va al otro cuarto. Regresa un instante después con una extensión blanca. Se ve muy contento. Arma según el instructivo, el contenido de la caja.
Ella pregunta ¿qué es eso? El responde:
“Esto es lo único que necesitaba. Un disco duro extraíble de 320 gigas!”.
Ella se sienta en sus piernas y le sonríe ¿solo eso necesitas? Dice.
“Si, ya con esto estoy completo”, contesta él, sonriente sin mirarla.
Ella cambia de lugar y lo observa sentada en el sillón de la sala,
Silencio. El no la mira. Silencio. Ella se para frente a él. Espera que note la deliberada desnudez y la piel recién rasurada. Sube una pierna en una silla, se descubre un poco más una de las nalgas mostrando la sombra de la ingle. Silencio. No la mira.
“Esto es lo mejor que me ha pasado”, dice él mirando embelesado la pantalla de su Mac book pro laptop.
“¿Será esto tierno? ¿O terrible?”.- piensa ella, mientras se cubre las piernas.
Una vez más regresa a su cuarto, prende la tele y se viste.

domingo, 23 de marzo de 2008

Shadow boxer...

Con los puños destruidos, el boxeador siente el suelo golpearle la espalada, y su “peso completo” abandonado a la gravedad.
El zumbido en la cabeza hace que todo el exterior calle, en un silencio estridente que se agolpa en sus oídos, como un abrazo sofocante.
El dolor se adormece, los nervios se inflaman y el tiempo se dilata desigual, como sus pupilas sorprendidas. ¿Cómo pensó que podía ganar?
Aliviado, siente el sudor temblar en su piel y resbalar sin resistencia; entonces entiende que esta batalla la había perdido muchos años antes de siquiera comenzarla.

jueves, 20 de marzo de 2008

Actualización



Ya tengo, no una, sino dos (2) monstreras deliciosas!!!!


Son lo máximo.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Bonito pensamiento en la bañera I

A veces sólo es cuestión de abrir las manos y soltar aquello que no queremos perder...
entonces llega la paz
y tranquilamente, perdemos...

No, No, no

No quiero arrepentirme de mi ternura...

lunes, 17 de marzo de 2008


Because I had cried
I’m saved?…

sábado, 15 de marzo de 2008

De cuando uno no se acuerda qué olvidó

Él intenta abrir la puerta, pero su llave no funciona. En ese momento llega ella y lo ve, de espaldas, peleando contra la cerradura.
Ella: ¿Hola?
Él: (muy desconcertado) Hola…yo. Mi llave no abre. Ahora entiendo porqué.
Ella: Si
Él: Lo siento. Un gusto saludarte. Adiós.
Ella: Adiós.
Él se va apresurado. Ella entra al departamento donde una amiga prepara el café.
Amiga: ¿quién era?
Ella: Mi ex esposo
Amiga: qué quería
Ella: Nada, volvió a olvidar que ya no vive aquí.
Amiga: ¿Y por qué se divorciaron?
Ella: Porque olvidó mi cumpleaños.

jueves, 13 de marzo de 2008

Porque hablo como idiota

¡Protesto su señoría!!-gritó el abogado enfurecido después de escuchar la sentencia de “culpable”.
¡Mi cliente es evidentemente inocente!! Toda la evidencia lo exonera, ¿es esto una broma de mal gusto? –continuó diciendo.
¡Apelaré esta sentencia ante la suprema corte!!
El Juez tomó su martillo y mirando al Abogado lo azotó con toda su fuerza contra la madera del estrado en un gesto de excesiva violencia.
¡Esta es mi corte y es mi sentencia la que se dicta. Vaya y apele a otras instancias Abogado, que ese es su trabajo, pero usted habla como idiota y eso no beneficia a su cliente en lo absoluto!!-gritó el juez.
Los miembros del jurado asintieron con el juez:
Es verdad que habla como idiota…-dijeron.

miércoles, 12 de marzo de 2008

De arribos y esperas


Con cigarro en mano, aquel hombre observa el tablero de ARRIBOS en la estación.
El reloj marca la hora puntual y el vapor de las máquinas que llegan, se esparce en el paisaje mezclándose con el humo del cigarro, con sus ojos y con las maletas de los viajeros.
Pequeña ansiedad y hartazgo punzantes. Comienza a buscarla entre los rostros ajenos de los que bajan del tren.
“Siempre es lo mismo”-piensa- “Ella y su carácter inestable, sus modos desarticulados e impredecibles. Me cuesta tiempo, siempre me cuesta tiempo, es imposible acercarse sin preocupaciones.”
Continúa paneando con la cabeza mientras observa en los viajeros que llegan la sorpresa, la excitación de aquel que reconoce un rostro amado; y también la indiferencia de aquel que no espera que alguien le espere.
“Madre nunca confirma el tren, ni la hora de su llegada” - continua- “Tampoco de dónde viene, eso no ayuda en lo absoluto. Lo mismo de siempre. Pensará que soy un desocupado”.
Está harto de los reproches disfrazados de sugerencias; del cansado viaje de la estación a su departamento, de la infinita decepción que ella no puede disimular cuando se aproxima a la entrada del mismo; está harto de los sobres con dinero que deja en el buzón cuando finalmente se marcha, como si fuera un niño pequeño que necesita mesada.
Caminando de una punta del andén a la otra, aquel hombre comienza a fumar bocanadas inconscientes y mecánicas con el ritmo de una locomotora que arriba:“Quince, veinte…no, treinta de retraso…si es que su tren fuera el de las doce, faltarían cuarenta si su tren fuera el de la una y diez…aunque tal vez llegó en el expreso de las diez con diez y esta vez he sido yo el que ha llegado tarde…doce horas y cuarentaicinco minutos tarde…”
El reloj marcha, un nuevo tren anuncia su llegada, él tira al suelo la colilla con la que ha encendido un nuevo cigarro, chasquea los dedos mientras confirma la hora de su reloj con el tablero.
No- piensa- es prácticamente imposible que ella resistiera la dulce tentación de recriminar un retraso de media hora, mucho menos uno de doce.
Si ella hubiese llegado en ese tren habría llamado al taller exigiendo hablar con él.
O habría marcado a su casa para quejarse con su esposa, aunque, claro, Ana ya no estaba allí desde el viernes, desde hacía cuatro viernes.
El hombre recuerda las tres maletas de cuero gastado que ella se llevó el día que se marchó. El vestido azul, la manera en que cerró la puerta por última vez sin decir nada.
Por el ruido que hizo la madera estaba seguro que había sido la última vez que ella tocaría esa puerta.
Tal vez tenía razón en marcharse, después de todo él no era un gran partido, nunca había tenido aspiraciones, siempre aceptaba de buen agrado cualquier trabajo mediocremente pagado por más indigno que fuera, mientras le permitiera pagar la cuenta de la luz y una botella para los sábados.
No le importaba la política, o la música, el futbol, ni el cine.
Comía con la boca abierta, podía pasar tres días seguidos sin bañarse, jamás se cortaba las uñas de los pies y por eso siempre tenía agujeros en los calcetines.
No era ni bello ni talentoso, ni atento o amoroso, tampoco simpático; nunca conversaba, jamás había contado un chiste en una reunión, de hecho solo se juntaba con más gente durante la navidad porque su esposa tenía invitados en la casa.
No podía recordar la última vez que alguien le había hecho un cumplido o lo había felicitado por algo.
Desde la infancia, todos sus recuerdos eran grises y escasos de escenas triunfales. Madre se encargaba de recordárselo a cada oportunidad.
Lo único que lo ocupaba eran sus máquinas, su taller lleno de tornillos, pernos, aceite, engranes y pistones, aunque tampoco era el mejor en eso y él lo sabía.
Pero su mujer estaba muy lejos de ser una princesa, lo tenía muy claro y Madre se encargaba de recordarle eso también.
El día de su boda con Ana, su suegra se acercó a él y mientras lo abrazaba le susurró al oído: “no te comprendo.”
Estaba casi seguro de que eso había dicho la suegra el día de su boda, aunque se lo había susurrado en el oído izquierdo, que es el que perdió totalmente después de aquel accidente con la compresora.
¿Será posible reparar aquella máquina de New Orleans? Con esfuerzo intenta recordarlo.
Se acerca al puesto de periódicos de la estación, busca en su bolsillo izquierdo: nada. Busca en el derecho: nada. Vuelve a buscar en el izquierdo, luego en el de atrás, en los de la camisa, revisa varias veces en todos: nada.
Mira la grasa negra entre las uñas. Lo que espera encontrar más que ninguna otra cosa no está allí.
Siente un golpe, un espasmo en la respiración.
¿Dónde está? ¿Qué hará? ¿Cuánto más esperará?
Otro tren arriba escupiendo humo y pasajeros.
El hombre siente la primera gota que escurre por su frente. Suda, aunque es invierno y el frío arde como agujas enterradas.
Camina como un animal enjaulado que se resiste a aceptar el inevitable cautiverio, de un extremo al otro del andén, con la sien pulsante y un martillo en el pecho: “es inútil, estoy atrapado”- piensa sin detenerse.
Continúa, ¿recuerda?
La compresora y el silencio absoluto que conoció después de aquel accidente, las tuercas y el aceite coagulado: la sangre de las máquinas es como la de los hombres, no debe estar demasiado fría ni demasiado caliente, la fricción justa para el buen funcionamiento del sistema.
¿Será posible reparar aquella máquina de New Orleans?
Siente el azote de la puerta desde dentro de su cabeza, jadea; hay que cuidar las bandas, no tensarlas demasiado, como cualquier cosa elástica a cierto punto de tensión, revienta, como cualquiera que espera demasiado, revienta. No importa la calidad del material, revienta, ¿qué hora es?
Bolsillo derecho: nada, bolsillo izquierdo: nada, atrás, en la camisa: nada. Lo que espera encontrar más que ninguna otra cosa sigue sin estar allí.
Si tan sólo pudiera repararla.
No hay más cigarros. La frente empapada y el martillo del pecho se vuelven insoportables.
¿Cuánto más?
El sol sobre los techos. Se va un tren. Otro llega; hemorragia de pasajeros, maletas y ojos, pero no hay rastro de Madre.
¿Cuánto más?
Golpe de imágenes repentino.
Recuerda: la hora, la fecha exacta; un carro fúnebre, un sacerdote, seco y opaco, lluvia y luego sol, algunas flores; el traje oscuro, la caja pesada en el hombro; el alivio al final.
La niebla se disipa con un ráfaga de aire frío que acompaña al tren que va entrando a la estación.
Una descarga eléctrica de la memoria fulmina el olvido. La niebla se disipa en él también.
Aquel hombre llora sin lágrimas frente al letrero de ARRIBOS de la estación.
¿Recuerdas?- se pregunta-¿recuerdas?
Golpe de imágenes, que ya no resiste.
Como un boxeador vencido contra las cuerdas, se entrega al estremecimiento de su recuerdo: Madre murió…hace dos años.
El último tren silba. Es tarde…

lunes, 10 de marzo de 2008

Por última vez

Te amo, y no lo voy a volver a repetir. Cuando tengas la duda, regresa aquí y léelo, cuantas veces necesites...

sábado, 8 de marzo de 2008

Deseo de corazón que llegue el día en que ser mujer no sea objeto de conmemoraciones, felicitaciones, declaraciones u otros señalamentos

Cuando nací, lo primero que escuché fue: “¡Es niña!”
Esta frase se ha repetido a lo largo de mi vida en numerosas ocasiones y diferentes contextos. Aquí relato sólo algunos de ellos:
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Contexto 1:
Cuando tenía tres años, en mi preescolar nos llevaron a un balneario de paseo. Mi mamá olvidó mi traje de baño, pero eso no era un problema, podía nadar encuerada. En esa época para mi, hacer cualquier cosa encuerada era mejor.
Cuando me quité la camiseta y el calzón, escuché un grupo de risitas tímidas pero enternecidas; eran un grupo de niños, tan pequeños como yo: “¡Es niña!” dijeron.
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Contexto 2:
En el patio de la primaria se estaban eligiendo a los jugadores de los equipos de fútbol para la cascarita en el recreo. Todos estábamos de pie en círculo, tratando de aparentar ser buenos jugadores para que el capitán de algún equipo nos seleccionara. Había dos capitanes: Luis y Valentina:
Luis: escojo a Rodrigo
Valentina: Diego
Luis: Pablo
Valentina: Enrique
Luis: Julio
Valentina: Daniel
Luis: Santiago…
Quedábamos solo tres niños por ser escogidos; yo miré a Valentina y levantando el brazo le dije: “yo, yo, ándale, si corro rápido”. Pero Ella contestó mirando a Luis: “!No Andrea no, es niña!”

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Contexto 3:
A papá le gusta la cacería. Desde que tengo uso de razón, en su casa siempre hubo escopetas, rifles, municiones, binoculares, cabezas de venado y pieles de las diversas presas que cada invierno cazaba en Sinaloa o en Chihuahua. Hubiera sido muy feliz si en esas épocas hubiese tenido un hijo al que llevar de cacería, pero mi madre siempre fue lo suficientemente sensata para no permitirle llevarnos ni a mi hermana ni a mi a sus viajes de aventura: “Son Niñas”- le recordaba.
Pero cuando finalmente se divorciaron y nosotras crecimos un poco, los fines de semana que pasábamos con él, decidió enseñarnos a disparar su arsenal en el rancho de su abuelo. Tenía unas figuritas de metal que se colocaban a la distancia y eran el blanco en la mira del rifle. Había Borrego Cimarrón, venado, patos, puerco espín y un animal de forma extraña e irreconocible.
La primera lección la tuve a los nueve años. Comenzamos a casi diez metros de distancia de los blancos, disparamos primero el revolver contra botellas de cerveza vacías, luego pasamos a las escopetas y los rifles de mira telescópica. Iniciaron disparando los hombres (mi papá, mis tíos, mis primos y los cuidadores del rancho). El borrego cimarrón valía 30 puntos, el venado 30, el pato 50 (porque era muy pequeño y difícil de atinar) y el animal no identificado valía 20. El puntaje máximo era de 700 puntos si uno tumbaba todos los animalitos. El puntaje más alto lo tenía mi papá con 630 puntos (de los patos siempre fallaba algunos).
Entonces fue mi turno. El rifle con el que disparábamos era ligero y muy silencioso comparado con el revolver o la escopeta.
“Jala el gatillo y no cierres los ojos”- me dijo mi papá antes de comenzar. Y así lo hice, miraba las figuras por la mira y a cada disparo mantenía mi ojo firme. Después de cada tiro escuché el sonido metálico de la munición contra el animal de acero. Al final obtuve los 700 puntos.
“¡Y es niña!”- gritó mi papá feliz.

viernes, 7 de marzo de 2008

De cuando uno piensa que ya se olvidó de cosas, pero las cosas no se han olvidado de uno...

Encontré una vieja foto tuya.
¿Cómo llegó aquí?- me pregunté al reconocer tu rostro gris, gastado y deslavado casi por completo a consecuencia de los años que golpearon el papel fotográfico.
Es una foto precaria y de mala calidad, donde ambas, frente al capitolio de la Habana, sonreímos abrazando a un muchacho negro, flaco y de cuyo nombre no puedo acordarme pero creo que empezaba con M.
Me sorprendió descubrir que a pesar de que tú, tu cara o tu nombre ya no se presentan en mis días, la sombra de tu nariz, afilada y peligrosa como un gatillo detona tu recuerdo y te veo claramente…

martes, 4 de marzo de 2008

Coincidencia:

Ella: Mi mejor amiga era esquizofrénica.


Ella2: La mía también…

Retrospectiva

Ella: ¿por qué dejaste de mirarme?

Él: porque me quedé ciego...


silencio.


Ella: ¿por qué dejaste de escucharme?
Él: ¿qué?...

silencio...

lunes, 3 de marzo de 2008

A dreaded sunny day...








This time was Beckett on my side