Camino con Leni y RF. Un domingo delicioso, soleado. Cuando regresamos a mi casa, sentada en la entrada, en el suelo, hay una niñita comiendo galletas.
Pasamos frente a ella y Leni, sin tocar a la niña ni a la galleta, acerca ligeramente la nariz para olisquear. Pero no le atrae y pierde la atención. Se sienta a mi lado a esperar que abra la puerta.
En ese instante una voz femenina nos detiene:
-¡Cuidado con tu perro!!¡me va a chupar a mi niña!!!
Una señora de aproximadamente 60 años, con el pelo teñido de naranja, y severas marcas de psoriasis en la piel, se acerca furiosa a reclamarnos.
Le aclaro a la mujer que mi perra: a) trae correa. b) tiene todas sus vacunas vigentes y, c) no tocó a la niña.
-¡Eres una cochina!! ¡una puerca!!- responde la dama en cuestión.
Yo pierdo la paciencia (ni modo) y le respondo a la Ninfa psoriática que lo único sucio es permitir que una niña coma en el suelo. Si tanto le importa que la niña no se ensucie o enferme debería llevarla a una mesa, lavarle las manos; y no dejarla sentada en un lugar donde todas las mañanas, los perros de la cuadra orinan alegremente, eso sin mencionar los escupitajos de los educados transeúntes.
La dama arremete:
-¡Mal educada cochina cerdaaaaaa!!!
Palabras más, palabras menos, le ordeno que se quite de mi entrada, porque si hay algo que no voy a tolerar es que me insulten (sin razón) en mi propia casa.
Y ahora yo pienso que esa tipa es la clásica bruja que se pelea conmigo por que a la nena no la chupe el perro, pero cuando llega a su casa le pega, la humilla, la discrimina y maltrata abiertamente, porque así vivió su propia infancia.
Estoy segura que esa niña no tiene todas sus vacunas al día y que básicamente la llenan de galletas en vez de darle comidas balanceadas, y a juzgar por el lugar donde su abuelita la dejaba comer, su intestino debe se ser el paraíso de lombrices y amebas.
No tengo la menor duda, por la actitud de la niña y la forma de atacar de la señora, que la mayor estimulación que esta pequeña recibe en su casa debe de ser la alerta de los gritos de su abuela y muchas horas de telenovelas por la tarde.
Cabe mencionar que Leni se comportó impecable, no ladró, se quedó sentada sin moverse aun cuando la niña traía galletas (cualquier otro perro no habría dudado en arrebatar).
Efectivamente hay que tener cuidado con la perra.
Pasamos frente a ella y Leni, sin tocar a la niña ni a la galleta, acerca ligeramente la nariz para olisquear. Pero no le atrae y pierde la atención. Se sienta a mi lado a esperar que abra la puerta.
En ese instante una voz femenina nos detiene:
-¡Cuidado con tu perro!!¡me va a chupar a mi niña!!!
Una señora de aproximadamente 60 años, con el pelo teñido de naranja, y severas marcas de psoriasis en la piel, se acerca furiosa a reclamarnos.
Le aclaro a la mujer que mi perra: a) trae correa. b) tiene todas sus vacunas vigentes y, c) no tocó a la niña.
-¡Eres una cochina!! ¡una puerca!!- responde la dama en cuestión.
Yo pierdo la paciencia (ni modo) y le respondo a la Ninfa psoriática que lo único sucio es permitir que una niña coma en el suelo. Si tanto le importa que la niña no se ensucie o enferme debería llevarla a una mesa, lavarle las manos; y no dejarla sentada en un lugar donde todas las mañanas, los perros de la cuadra orinan alegremente, eso sin mencionar los escupitajos de los educados transeúntes.
La dama arremete:
-¡Mal educada cochina cerdaaaaaa!!!
Palabras más, palabras menos, le ordeno que se quite de mi entrada, porque si hay algo que no voy a tolerar es que me insulten (sin razón) en mi propia casa.
Y ahora yo pienso que esa tipa es la clásica bruja que se pelea conmigo por que a la nena no la chupe el perro, pero cuando llega a su casa le pega, la humilla, la discrimina y maltrata abiertamente, porque así vivió su propia infancia.
Estoy segura que esa niña no tiene todas sus vacunas al día y que básicamente la llenan de galletas en vez de darle comidas balanceadas, y a juzgar por el lugar donde su abuelita la dejaba comer, su intestino debe se ser el paraíso de lombrices y amebas.
No tengo la menor duda, por la actitud de la niña y la forma de atacar de la señora, que la mayor estimulación que esta pequeña recibe en su casa debe de ser la alerta de los gritos de su abuela y muchas horas de telenovelas por la tarde.
Cabe mencionar que Leni se comportó impecable, no ladró, se quedó sentada sin moverse aun cuando la niña traía galletas (cualquier otro perro no habría dudado en arrebatar).
Efectivamente hay que tener cuidado con la perra.