domingo, 29 de junio de 2008
miércoles, 25 de junio de 2008
Dear Heavenly Father...please forgive them...
Suena el timbre, el perro ladra desesperadamente.
-Cállate- ordeno.
Vuelve a sonar.
Me asomo por la ventana del estudio, en pijama. ¿En qué otro atuendo puede estar uno a las nueve de la mañana un sábado?
Alguien con un sombrero de paja tejida y flores de plástico está en la puerta. Pero viendo desde arriba parece una luneta primaveral, o un hongo floreado.
-¿Diga?
Una mujer morena y de evidentes cincuenta y pico es revelada bajo el sombrero cuando ella alza la cara.
-¿Diga?
-Muy buenos días, venimos distribuyendo la palabra del señor que…
-¿qué señor?
-El señor Cristo que se sacrificó para salvarnos a sus corderos de…
-No, gracias
-Muy amable, sólo queremos platicar con usted sobre nuestras actividades...
-No
-Si me permite le puedo dejar un folleto…
- ¡NO!
Mi perro continúa ladrando y logra que la molestia sea mayor. La señora sonríe y continúa:
-Le voy a dejar una tarjeta por si a caso usted…
-No se moleste, le agradezco, pero insisto: no acepto propaganda religiosa- repíto enérgica y decidida.
La mujer queda un segundo en silencio, desconcertada, y finalmente dice aliviada:
-¡Ah bueno, pero esto es La Biblia!
martes, 24 de junio de 2008
Hay silencio
Habemus sonrisa.
domingo, 22 de junio de 2008
Merci pour le fusil...
Wherever You are
Whatever You are
Don't lose faith
I know is gonna happen some day, to you
Please wait
Please...
No gracias
quiero amor que me ayude a conservarla.
miércoles, 18 de junio de 2008
Relato al que nunca pude titular.
Fue un día gris cuando dieron la noticia de Daniel. Llovía desde temprano.
-Daniel está muerto- Dijo el maestro.
Se colgó- Remató llorando.
El silencio fue una explosión. Lo único que sonó fue el día lluvioso.
¿Por qué? ¿Cómo muerto? Sólo tenía 26 años, no puede estar muerto.
Daniel está muerto. Se colgó.
¿Por qué nos explicaría el maestro ese detalle de que se colgó?
Lo único que se me ocurrió pensar fue que, al enterarse de lo ocurrido, la noticia le aplastó. La imagen lo aguijoneaba sin descanso y él, incapaz de procesarla o asimilarla de alguna manera, tuvo que compartirla con nosotros para sentirse acompañado en su intento. Necesitaba que lo ayudáramos aligerando su pesada carga.
Y todos sentimos pesar pero nadie aligeró ninguna carga.
-Daniel está muerto. Se colgó…Daniel está muerto. Se colgó…Daniel…
La noticia entró a mi oído derecho, y quedó vibrando intensamente muy cerca del tímpano transformada en una avispa negra de veneno doloroso. Mi oído empezó a arder. Sentí el aguijón de cada palabra, como seguramente el maestro lo había sentido. El zumbido se intensificó.
Repetí en silencio la frase: Daniel está muerto.
Al hacerlo, la avispa del tímpano se multiplicó y el dolor se volvió franco. Muy pronto hubo un panal negro dentro de la cavidad, inflamando y bloqueando los conductos. Finalmente el tímpano supuró y se reventó mientras íbamos camino al pueblo de Daniel.
Llegamos tarde al entierro. Dos días tarde ya que las vacaciones habían retrasado la noticia.
El cemento de la tumba no terminaba de secar ni la lápida había sido grabada con su nombre todavía, lo que hizo todo más irreal aún.
Al rato traen el nombre del muchacho- dijo el enterrador, quién nos indicó cuál era el sitio del muchacho.
Las flores que se habían dejado el día del entierro, a penas vivas, serenas, escupían la esencia que se mezcló con la de nuestros ramos revelando un agudo olor. Algunos lloraron más. Otros nos sentamos en silencio a ver, o imaginar que veíamos a Daniel, con los tatuajes en los nudillos y la mirada confiable. Fue el único momento en que la lluvia paró en una tregua que me pareció ligeramente ridícula, y el sol de enero hizo acto de presencia, casi irónico.
Pinche Daniel-pensé.
Volvimos a la ciudad bajo la lluvia, por la carretera encharcada.
Cuando llegué con el médico y me revisó el oído dijo: Es extraño, tienes el tímpano destruido, pero no hay infección ¿Tuviste un golpe fuerte en la cabeza?
Algo así- contesté.
sábado, 14 de junio de 2008
Tuerto Miope
Harta:
De ver cómo gente buena es palmeada en la cabeza, condescendientemente, por el tuerto miope.
Sentado en un cómodo sillón, que no le pertenece, Tuerto miope habla del arte y de la poética, del cine, de política, de los "procesos" y de la vida, aunque entre la vida y él hace mucho que no hay nada personal. Miente frente a todos y todos saben que miente pero lo aceptan con agrado, porque este siniestro personaje posee un don con la palabra.
Harta del juego de la simulación y el mal uso del afecto:
"Sí, es un abusivo, cabrón; me jode, no es justo, lo odio, no quiero saber nada de él, me hirió, me despreció. Pero tenemos una historia, alguna vez hubo cariño, le debo tanto. Le serviré su copa de vino, lo invitaré a mi sillón, a mi vida, a mi fiesta de cumpleaños..."
Y el cariño, pálido y angustiado grita: "¡No, yo no fui, yo no lo hice, yo no se de que hablan!"
Mierda:
¿Quieres un poco de caca con tu mierda? Porque las "buenas personas" por alguna razón se la comen y la agradecen. Está bien comerla, es correcto, es amor.
Y el amor encabronado grita: "¿Y yo qué culpa tengo de todo esto?".
Hay que ser comprensivos y correctos. Está bien comer caca todos juntos y mentirnos a la cara. Eso sí, jamás divulgues que lo que estamos comiendo es mierda: "¡Qué intolerante, que histérica, cómo puedes ser tan berrinchuda, aliviánate! Lo que pasa es que tú no entiendes!!!!"
Y es verdad. No entiendo.
No entiendo:
Amo y me importa amar bien. Me duele vernos revolcados en excusas y simulacros.
El amor no requiere argumentaciones. Cuando uno quiere, cuida y es cuidado.
Quien te ama, cuida tu espalda y tu herida. Jamás permite que te desangres ante sus ojos indolentes.
El amor se construye, y jamás debe ser un acto de fe, si lo que quieres es fe, para eso está la religión, las iglesias y los cuentos.
Yo no puedo sentarme y ver al tuerto miope impune, en mi casa, en mi sillón, gozar de perdones que ni siquiera ha pedido (porque él jamás se disculpa, ni admite nada).
Lo hice, jugué ese juego, y jamás podría volverme a ver en un espejo si lo continúo.
Eso sí es amor. Decir que no. NO, gracias, no.
lunes, 9 de junio de 2008
las cosas de las cosas
Se le cayó la mariposa de plata que lo sujetaba. Era tan pequeña que cuando noté que faltaba ni siquiera intenté buscar, asumí desde el principio que jamás la vería de nuevo.
El arete se mantuvo en mi oreja, atravesado como un diminuto alfiler de cristal, en equilibrio. Debí quitármelo en ese momento para no perderlo, pero el café estaba hirviendo y decidí servirlo.
Después de agregar azúcar, tostar un pan, pasear al perro, saltar la cuerda e ir al cine, quise tomar un baño. Entré al baño, calenté agua y me enjaboné de los pies a las orejas. Fue cuando sentí la ausencia de la pequeña zirconia roja y me sentí muy mal. La mayoría de mis aretes no tienen par…casi todos
Busqué en la regadera y entre mi pelo mojado, sin éxito. Era casi imposible que después de agregar azúcar, tostar un pan, pasear al perro, saltar la cuerda, ir al cine y tomar un baño, el arete estuviera cerca. Como con la mariposa, asumí que lo había perdido sin remedio.
Hice mis cosas. Traté dejar pasar el asunto.
Ya tarde, cuando el cansancio ganaba la batalla, revolví las cobijas para acostarme, y ahí estaba: diminuto y centellante como una hormiga entre las sábanas. Entendí que la que se había perdido era yo y mi arete había pasado todo el día esperándome en la cama.