-¿Seguro?
-Claro que sí. Por favor, dímela.
-Es que...
-No voy a soportar que me mientas. Prefiero que me digas...
-Bueno...lo que pasa es que...no es caldo de pollo.
-....
Al cerrarse la puerta ella supo que, aunque todos la piden, casi nadie puede digerirla.