jueves, 16 de mayo de 2013

Ofelia.



Entrecerrados los ojos

El sol blanquea las banquetas y sus sombras se queman

Como espectros de un accidente nuclear

Ella está en el puente, retando al viento.



Sonríe aunque no lo notes

Un ramo de flores parece prendérsele del pecho suplicante:

“No me dejes, soy tuyo” es su rezo inanimado. 



Ella en el borde te sonríe sin mirarte

A ti,  y tus errores, a tu ropa sucia, a tus flaquezas y su fuerza ignorada

En el borde el ramo parece a punto de quebrarse temblando



¿Qué haces? Preguntas.

Pero no esperas la respuesta

Ella en el puente, suspendida, sin tierra sonríe y no te mira

Puente, pedazo de espacio, artificio que la cacha y le evita la caída

Y tú por un momento deseas ser él y hacerlo arder para ocupar su lugar sosteniendo esos pies

Abajo el río ruge afinado deseando devorarla

Agua dulce y lirios existen sin saberlo ni gritarlo

Ella los aclama, los contempla. Le habla a una diosa, una ninfa que no entiende las palabras de cualquiera, pero ama sin pudor.

Abajo del río la arcilla del fondo parece apacible y firme aunque no lo es

Como ella y su puente

Los brazos se extienden

Cae el ramo como un recién nacido sacrificado

El agua se abre como piel perforada

Pero la herida, aunque sangra profusa, inmediatamente sana.

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