lunes, 9 de junio de 2008

las cosas de las cosas

Tengo un arete que no me quiere perder.

Se le cayó la mariposa de plata que lo sujetaba. Era tan pequeña que cuando noté que faltaba ni siquiera intenté buscar, asumí desde el principio que jamás la vería de nuevo.

El arete se mantuvo en mi oreja, atravesado como un diminuto alfiler de cristal, en equilibrio. Debí quitármelo en ese momento para no perderlo, pero el café estaba hirviendo y decidí servirlo.

Después de agregar azúcar, tostar un pan, pasear al perro, saltar la cuerda e ir al cine, quise tomar un baño. Entré al baño, calenté agua y me enjaboné de los pies a las orejas. Fue cuando sentí la ausencia de la pequeña zirconia roja y me sentí muy mal. La mayoría de mis aretes no tienen par…casi todos

Busqué en la regadera y entre mi pelo mojado, sin éxito. Era casi imposible que después de agregar azúcar, tostar un pan, pasear al perro, saltar la cuerda, ir al cine y tomar un baño, el arete estuviera cerca. Como con la mariposa, asumí que lo había perdido sin remedio.

Hice mis cosas. Traté dejar pasar el asunto.

Ya tarde, cuando el cansancio ganaba la batalla, revolví las cobijas para acostarme, y ahí estaba: diminuto y centellante como una hormiga entre las sábanas. Entendí que la que se había perdido era yo y mi arete había pasado todo el día esperándome en la cama.

9 comentarios:

10.21 dijo...

sentí como que no agarré la moraleja. últimamente siento no agarro muchas cosas...

Pandemia en la bañera... dijo...

este...bueno, no agarraste la moraleja porque no había tal. No hay nada que agrrar en este post. Ni en ninguno de los post que escribo...

Invierno Funk dijo...

Me encanta lo que escribes...

es muy tú...

ya merecía leer algo tuyo

un beso

nos vemos pronto

Luis Ricardo dijo...

A mí me pasó que dejé una chamarra en un hotel de paso en el que me había quedando con un amigo (la verdad ya no me gustaba y ya no quería cargar con ella) pero salió un honesto camarero y nos la devolvió. Luego la presté a ese amigo una noche de frío semanas después, esperando no verla jamás, pero me la devolvió envuelta para regalo en mi cumpleaños. Es como tu historia si cambias las causas los personajes y el tamaño.

10.21 dijo...

la moraleja es una moral pendeja.

precisamente x eso, panda.

Poala dijo...

Ja! A mi me paso algo así. Yo tenia unos aretes que no dejaba que me perdieran siempre se me caían pero yo obstinada los buscaba y los volvía a encontrar, una vez los deje en quien sabe donde y no los volví a ver. Había pasado un mes o algo así y entre sueños sentí que algo picaba mi pierna, como estaba dormida nomás moví la pierna y ya, pero seguía sintiendo algo, total que sin abrir los ojos baje la mano para ver que era y era mi arete, uno, lo puse en un lugar dizque seguro y me volví a dormir, más al rato volví a sentir otro piquete pero esta vez ya me dio mucha flojera y no vi que era, vi la cama en la mañana pero no había nada. Y supongo que así fue como deje a mi arete de estrella solito.

rf dijo...

Ricardo, tu historia de olvidar cosas va mucho más allá que la anécdota de la chamarra. Recuerdo cuando estábamos en el lobby del hostal de Berlín, a punto de irnos, y de pronto recordaste que te faltaban un par de cientos de euros (¿libras?), así que regresamos al cuarto y después de media hora encontraste el dinero entre tus sábanas revueltas. Por si eso fuera poco, meses después, ya en México, Jerónimo te comentó que después de nuestra partida había encontrado una camisa tuya en el baño del mismo cuarto del mismo hostal con otros cien euros (¿libras?) guardados en el bolsillo.

Panda, está hermoso el texto. Y para no agarrarle habría que... mmmm. Está difícil no agarrarle.

Anónimo dijo...

Que envidia me dan amigos, yo hace mucho tiempo que me perdi a mi mismo y no me logro encontrar ni en las sabanas de mi cama ni en el umbral de los espejos.

Sin embargo, es esperanzador que me pueda encontrar un poquito en ustedes.

Gracias por todo panda

Luis Ricardo dijo...

:D