sábado, 4 de abril de 2009

Because I do not hope to turn again


Because I do not hope

Because I do not hope to turn
T.S. Elliot








Día primero,

EL NAUFRAGIO

Esta mañana te sorprendo
con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sól
o estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
co
rreveidile colibrí, estático dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza

y a caso te he perdido con saberte,

y a caso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo,
y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia de mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inac
cesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,

en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.

Y luché contra el mar toda la noche, desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.


Con la maña derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma de la mano.

Sindbad el varado.
Gilberto
Owen


2 comentarios:

Sirena dijo...

¡qué maravilla de palabras! ¿de dónde sacaste eso?

ángel dijo...

Quizá es el menos conocido de los Contemporáneos, aunque su literatura epistolar hubiera sido publicada recientemente (sus cartas de amor a Clementina). Su poesía es todo un portento. Gracias por recordarlo, y por este poema estupendo.



Saludos...