domingo, 20 de abril de 2008

10:45 am.

Querido imbécil:
Tú, sí tú, que rebasas por la derecha y si es de noche no prendes las luces de tu coche, no vaya a ser que se gasten; tú que piensas que la luz roja es un alto opcional, que las líneas amarillas en la calle son una onda decorativa, y que las entradas que dicen NO ESTACIONARSE, lo dicen sólo como sugerencia. A ti que crees que estacionarse en doble o triple fila para recoger a tu bodoquito de la escuela está justificado, porque tu bodoquito es un nene tan chulo. A ti te dedico esto y ojalá nunca lo llegues a vivir.
***
7:14 am
El microbús acelera a pesar de que el semáforo lleva varios segundos en rojo. Un taxi logra esquivar la colisión pero la camioneta de atrás, la del hombre que habla por celular, embiste de lleno al transporte totalmente abarrotado de pasajeros, y este se impacta contra un poste de luz. Los que colgaban de la puerta trasera son lanzados varios metros en el aire y caen, regados en el asfalto como dulces de piñata.
Las bolsas de aire de la camioneta se abren, golpeando al conductor que tira el celular. Humo, aceite y vidrio. Comienza la mezcla de olores.
Inmediatamente después del golpe todo queda en silencio e inmóvil.
El chofer del microbús reacciona primero. Intenta encender el motor y huir. No lo logra, la marcha está muerta. Los pasajeros comienzan a reaccionar. Uno, joven, bien vestido y con mucha prisa por llegar a su trabajo grita: “¡Ya pélate guey!!!”
Una Señora se lleva la mano a la cabeza, y se percata de la sangre. Grita.
El chofer parece ileso, se baja del vehículo y se dirige a la camioneta. Dentro está el hombre del celular. Parece inconsciente. El chofer golpea la ventanilla violentamente. El hombre no reacciona. El chofer grita: “¡Bájate pinche puto, qué no viste que me iba a pasar el alto, bájate puto!”
Los mirones se acercan.
Aquellos que cayeron del Microbús están inmóviles en el asfalto.
Nadie se acerca demasiado. Todos observan.
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7:10 am.
Una camioneta se aproxima a la “zona escolar”. En la entrada del colegio hay un letrero que dice “Por un mundo sin violencia para nuestros hijos”. La señora que conduce la camioneta se detiene y comienza a desabrochar el cinturón de la sillita donde un niño uniformado llora.
Bajan del coche, ella carga al niño que llora más fuerte y una lonchera de Batman. Deja las intermitentes de la camioneta.
Un señor con chaleco anaranjado y en la mano un letrero que dice STOP se acerca a ella y le dice: “Señora no puede dejar ahí su cam…”-ella lo interrumpe: “Ay jefe no me tardo nadita es que mire como viene llorando el niño, sólo lo acompaño aquí a la entrada y ya me voy”. Ignorando al sujeto ella continúa avanzando hacia la entrada
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7:25
Llega el primer oficial de tránsito. Habla por radio, saca una libreta y camina hacia el chofer.
El chofer comienza a patear la camioneta pero el hombre no se mueve. Los pasajeros que se pueden mover comienzan a bajar del microbús. Arriba quedan tres personas inconscientes y un hombre mayor que grita.
Comienza el espectáculo: algunos sacan su celular y toman fotos de los heridos, otros se acercan y tratan de ayudar: “Agua, traigan agua” Intentan hacer que los inconscientes beban. No lo consiguen. Un caído convulsiona. Se esparce el olor de la gasolina, y poco a poco el olor de la sangre.
Alguien ha pedido una ambulancia.
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7: 10
Furioso, el médico espera en la entrada de su garaje al dueño del taxi que está bloqueando la salida. “Diario es lo mismo”-piensa.
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7:55 am.
A cinco cuadras de la escuela del cartel que dice “Por un mundo sin violencia para nuestros hijos” todos los automóviles están absolutamente parados. Caos vial total.
En la escuela la dueña de la camioneta habla con una maestra sobre su preocupación de que Juliancito no se está desarrollando como los demás niños, porque todavía no sabe los colores en inglés.
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7:30 am.
El médico sigue furioso esperando al dueño del taxi que bloquea su entrada. Su radio localizador vibra. El lo lee. Patea el taxi.
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8:00 am.
Dos ambulancias con las torretas encendidas usan todos los ruidos que poseen para conseguir que les cedan el paso. Nadie puede ceder el paso. No hay a dónde ir.
En la escuela, la mujer continúa discutiendo con la miss si es mejor que Juliancito vaya al futbol o a clases de pintura.

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8: 14 am


La primera ambulancia llega al lugar del accidente.
La gente molesta comienza a reclamar a los paramédicos: “pinches huevones a ver a qué hora dejan de estar comiendo tortas y se ponen a trabajar, carajo, esto es una urgencia”
Uno de los paramédicos dice en voz baja: “pinche tráfico”.
Los tres se dividen para comenzar a valorar víctimas Son tres paramédicos y diez heridos. Buscan pulso y respiración, si no hallan, pasan a la siguiente víctima.

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8:30 am.

La segunda ambulancia llega al lugar. Otros tres paramédicos bajan y son abucheados por los mirones.
“Porqué no atienden a todos, pinches huevones” Grita un señor.
Buscan pulso, y respiración. Atienden. Intentan trasladar la mayor cantidad de heridos posible. Solicitan a aquellos que no están graves vayan por sus medios a un hospital.

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7:50 am.

El celular del médico suena. Su radio localizador vibra. El chofer del taxi dice: “discúlpeme no más fue tantito”. Mueve el vocho verde.

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8:35 am.

La primera víctima llega al hospital. El médico de guardia atiende y pide que llamen al jefe de cirugía.
“ya lo están buscando desde hace rato cuando llamaron para avisar que hubo un accidente”- dice una enfermera.

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8:35 am.
Los policías cubren con sábanas los cuerpos de dos mujeres y dos hombres. También cubren al hombre de la camioneta.
La segunda ambulancia se va del lugar con dos heridos de gravedad.
Un policía se da cuenta de que el chofer del microbús ya no está.
En la escuela del cartel la mujer continúa discutiendo si debe permitir que Juliancito vea caricaturas japonesas que son tan violentas.
El celular del médico suena, el radio localizador no para de vibrar, él acelera y toca el claxon frente a la escuela del cartel “por un mundo sin violencia para nuestros hijos”, donde tres camionetas con las intermitentes encendidas están estacionadas en doble fila.

***

10:00 am.


Corriendo, el médico entra al quirófano con todo su atuendo estéril. La última victima del accidente, una niña de seis años, está en la mesa. El cirujano toma un bisturí, abre, descubre hemorragias masivas. No hay presión arterial, no hay posibilidades.
Demasiado tarde, dice el cirujano, hora de muerte: 10:45 am.
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10:45 am.
La mujer se sube a la camioneta. No hay tráfico en la calle. Le sonríe al hombre del chaleco naranja. Mira el reloj- "¡uy! que tarde"- piensa.
Arranca y se va.

6 comentarios:

rf dijo...

Maravilloso. Lograste en una decena de líneas lo que Iñárritu y Arriaga jamás consiguieron en más de nueve horas de bodrios.

Invierno Funk dijo...

me gusta,
tu blog esta cul.

Anónimo dijo...

y eso pasa todos los dias...pero sabes? a nadie le importa nada mas que su nariz. Y malamente, porque ni a esta la cuidan bien...pareciera como si el fin fuera estamparla en la primera pared rasposa que estuviera medianamente cercana.
maldita humanidad, somos ESTUPIDOS.

Pandemia en la bañera... dijo...

pero sobre todo tenemos miedo, miedo de mirar al de junto...

Don Rul dijo...

Qué bueno está. El tráfico de la ciudad es lo que la convierte en una selva de asfalto. Y nuestra indiferencia.

Unknown dijo...

soy nuevo.. esta bueno!!! saludos!!