Foto: A.M
Ese día ella despierta muy temprano, se lava la cara, va por jugo, regresa bebiendo; de un cajón saca una vieja postal de cumpleaños que guarda, no sabe desde hace cuánto tiempo porque olvidó enviarla, no recuerda a quién. Escribe: Feliz cumpleaños.
“No voy a escribir en tu cumpleaños, pero sabes que me acordaré”- dice.
“No escribas, no es necesario”- responde.
“No lo haré”- promete y se marcha.
“No escribas, no es necesario”- responde.
“No lo haré”- promete y se marcha.
Ese día ella despierta muy temprano, se lava la cara, va por jugo, regresa bebiendo; de un cajón saca una vieja postal de cumpleaños que guarda, no sabe desde hace cuánto tiempo porque olvidó enviarla, no recuerda a quién. Escribe: Feliz cumpleaños.
Guarda la postal en el sobre, y en el lavabo blanco del baño, en complicidad con un pequeño cerillo de cabeza roja, prende fuego a la felicitación que en segundos arde, se consume: hermosa llama azul y naranja.
Con la punta del dedo toca suave la ceniza, traza una línea.
“Papel y tinta china”- piensa mientras el dedo termina el recorrido.
Feliz cumpleaños.
Sonríe y prepara el café.
“Papel y tinta china”- piensa mientras el dedo termina el recorrido.
Feliz cumpleaños.
Sonríe y prepara el café.
4 comentarios:
Estoy muy triste Panda... muy... y me hizo sentir triste la escena porque sé que tendré que hacer eso un día... felicitar en secreto y quemar las evidencias. Guardame uno de esos cerillos.
de todos los combustibles posibles
Habrá cerillos, seguro.
yo nunca prometo nada, pero sí lo hiciera, seguro beberá más café.
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