Alguna vez alguien a quien quise mucho me ayudó a mejorar. Me hizo sentir que podía escribir bien y que era muy importante hacerlo correctamente. Pero esa persona ya no existe y mi cerebro quizá eligió volver a escribir mal como signo de protesta. Quizá mi cerebro es anarquista en realidad.
Pero si el amor, las promesas, la historia, la verdad y el respeto no valen de nada, la ortografía... la Ortografía qué.
Fhin.
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